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SALUD Y CALIDAD DE VIDA
El poder de la musicoterapia
LUIS ARMANDO RIVERA HABLA DE LOS BENEFICIOS DE LA MÚSICA EN PACIENTES ESPECIALES
Santo Domingo
Luis Armando Rivera lleva la música en el alma y
en las venas. Nieto de doña Casandra Damirón y del compositor Luis
Rivera, encontró en la musicoterapia la armonía perfecta entre las dos
cosas que más le apasionan: la música y la psicología. El canto es parte
de su vida desde hace hace mucho tiempo, y la Psicología Clínica la
estudió en Unibe. Pero al graduarse en 2007 se encontró con que no
quería dejar de hacer ninguna de las dos cosas.
“Yo sentía que tenía que dejar algo, pero uno de mis grandes sueños era estudiar en el Berklee College of Music
de Boston y se dio la coincidencia, mientras buscaba en sus programas
para ver qué iba a hacer, que meencontré con la musicoterapia, y me dije
que esto era perfecto porque es un matrimonio entre las dos cosas que
más me gustan en la vida, y me fui para allá”, cuenta.
Rivera
obtuvo este año el título de musicoterapeuta y está trabajando en el
área en Orlando, Florida. Pero su sueño inmediato es radicarse en el
país e iniciar proyectos que motiven en la población y en las
autoridades de salud el uso de la musicoterapia tanto en hospitales como en áreas privadas.
(+) MÚSICA CON UN PROPÓSITO CLÍNICO LA MUSICOTERAPIA no se trata de entrar a una sala y tocarle a un paciente, aclara Rivera. “La musicoterapia es el uso clínico y en vivo de la música
dentro de una relación y un contexto terapéutico manejado por un
profesional capacitado para lograr objetivos que no son musicales”. Es
decir, explica: “Tiene que haber en algún momento una transferencia
entre lo que estamos viendo en la sesión y lo que la persona puede hacer
en su día a día”.
Así, sigue Rivera, una persona que sufrió un
accidente o que ha perdido fuerza en su brazo por un derrame, al tocar
un instrumento con el musicoterapeuta está haciendo un trabajo, se está
ejercitando y en su recuperación incidirá ese factor motivacional de la música.
Música con propósitos clínicosDurante
su pasantía de siete meses en un hospital de Estados Unidos, Luis
Armando Rivera vivió muchas experiencias que le confirmaron el poder
terapéutico de la música en todo tipo de pacientes.
“Yo pude haber
escogido muchos sitios que trabajan con áreas específicas, pero elegí
un hospital porque allí ves pacientes desde bebés hasta ancianos”, dice
Rivera.
Explica que cuando el paciente entra en el hospital pierde
el control de sus decisiones, pues médicos y enfermeras deciden por él.
“Nadie
le pregunta si quiere esto o lo otro. Yo soy el único que no está ahí
para puyarlo, para moverlo. Estoy ahí para darle un alivio, algo
familiar.
Llego con mi caja de instrumentos para interactuar con
ellos. Le estoy devolviendo su poder con solo preguntarle si quiere
tocar el tambor, si quiere tocar una canción u otra. Eso le hace su
experiencia en el hospital menos dramática”.
Beneficios La musicoterapia, explica Rivera, debe tocarse en
vivo. “Ya sabemos que la música puede causar una reducción de la
percepción del dolor y de las náuseas, que puede causar catarsis en el
paciente.
Esto es posible porque la música traspasa cualquier cosa que tengas en
tu cerebro directamente al sistema límbico, donde están las emociones.
La música
le aporta al ser humano una experiencia sensorial completa: no solo la
oyes y la sientes, a veces te trae recuerdos que prácticamente los
hueles”, dice.
Una persona que se ejercita con audífonos normalmente está corriendo al
ritmo de la música que está escuchando porque el ritmo organiza las
cosas en el cerebro, manifiesta Rivera.
“Cuando
trabajo con una persona que ha sufrido un derrame, que está aprendiendo
a caminar de nuevo, uso los ritmos muy pronunciados para darle el paso
en el que va a caminar, y he visto resultados en una sola sesión muy dramáticos”.
Musicoterapia médica
Rivera pide imaginar a un paciente con muchos días en el hospital o a
uno con cáncer que esté manejando mucho dolor y náuseas debido a la
quimioterapia.
En esos casos usan técnicas de musicoterapia para
reducirle el dolor y la percepción de náuseas pero no para distraerlo,
asegura.
“Es un efecto que perdura. Duro 20 minutos o media hora
con un paciente, me voy del salón y algunos me dicen: Dile a la
enfermera que no me traiga la medicina del dolor, que estoy muy bien”.
La
musicoterapia ayuda a cambiar la experiencia del paciente en el
hospital, lo ayuda en su comportamiento emocional y a cambiar el enfoque
de su enfermedad.
El psicólogo comenta que ha tratado pacientes
que han recuperado las ganas de vivir gracias a la musicoterapia que se
hace con un propósito clínico.
“La gente me veía con la guitarra en los pasillos y me decía ‘qué lindo que vienes a tocarles a los pacientes’. No. Yo vengo a trabajar
con el paciente, con su dolor, sus náuseas, sus problemas emocionales,
con lo que está lidiando porque está enfermo, porque le diagnosticaron
una enfermedad terminal. Le toco música con un propósito clínico. No es
llegar, tocar y ya te vas a sentir mejor”.
(+) EL MUSICOTERAPEUTA TIENE OJO CLÍNICO
Es
el ojo clínico el que le indica al musicoterapeuta qué le conviene a
cada paciente y cómo deben ser manejadas su enfermedad y emociones.
“Tengo que usar todo lo que sé sobre ti en la música,
tomar en cuenta algo tan sencillo como que no te guste el merengue o la
salsa, saber si te conviene o no en ese momento escuchar música o si
estás preparada”, indica.
No tiene sentido cantar música alegre a
una persona que le acaban de diagnosticar cáncer que le dicen que se va a
morir en dos días, confiesa.
“Y tienes que saber comunicarte por
ejemplo con personas que no pueden hablar, tomarle la mano y decirle: Si
quiere música, apriéteme la mano”.
Cuando entra a una sala, por
ejemplo, Rivera dice que debe ver el monitor del paciente que le mide la
frecuencia cardiaca y la facturación del oxígeno.
“Si un paciente
tiene la presión muy alta no puedo ir a tocarle un mambo. Primero le
toco algo rápido, que esté más o menos a su mismo ritmo cardiaco. Cuando
el cerebro y la música se conectan eventualmente después de unos minutos, yo comienzo a bajarle la velocidad a la música,
el paciente ni se va a dar cuenta, pero yo comienzo a bajarle un
poquito la rapidez y tú ves cómo esa frecuencia baja. Si estás alterada y
moviéndote mucho te voy a cantar una canción que vaya con lo que estoy
viendo en ti, con tu comportamiento y con lo que veo en el monitor”.
La música y los bebés prematurosDentro de la musicoterapia, Luis Armando Rivera se ha especializado en el trabajo con bebés prematuros.
“El
cerebro de los niños prematuros no está listo para procesar luces y
sonidos, estos bebés no están listos para que los estén tocando porque
deberían estar dentro del vientre de la madre todavía. Pero están en una
incubadora, en una cuna, les ponen esto y aquello; los hacen llorar y
cuando lloran queman calorías porque son muy frágiles”. En ellos, dice
Rivera, se usa la musicoterapia como estimulación corporal y para
enseñarle a su cerebro a asimilar gradualmente todo lo que está pasando a
su alrededor.
Veinte minutos diarios o interdiarios son suficientes y uno de los beneficios,
apunta, es que los bebés se están yendo de 13 a 20 días más temprano
del hospital, un tiempo muy significativo en medicina. “Esto les ahorra mucho dinero a los padres y al Estado y permite que enfermeras y doctores atiendan más pacientes”.
Aunque
debe tocar todo tipo de música, sobre todo la que le guste al paciente o
una canción que él entienda le servirá en su terapia, es diferente con
los bebés prematuros “porque ellos no tienen opción, no te pueden decir que no les gusta esa canción aunque sí me lo dicen con la mano, con la cara, levantando la espalda”.
Para estimularlos, funcionan muy bien las canciones de cuna muy lentas, pues la música muy rápida o muy alta puede sobreestimularlos, apunta Rivera, psicólogo clinica.
Otras áreas. Rivera
trabaja además con las metas de desarrollo de niños y adolescentes, con
sus problemas emocionales y adicciones. También ayuda a niños con
necesidades especiales a desarrollar su inteligencia y habilidades
sociales, especialmente niños autistas.
En el país, recuerda
Rivera, pese al auge que está tomando el tema, sólo se han graduado tres
personas en musicoterapia y dos de ellas trabajan fuera. Por eso quiere
trabajar aquí, especialmente con bebés prematuros, personas que han
sufrido derrames, pacientes de terapia del habla y niños con problemas
especiales.
“Son áreas en las que los cambios son muy notables y
nos ayudarán a comprender la importancia de la musicoterapia. Si cada
hospital tuviera un musicoterapeuta sería de mucha ayuda para el
Estado”, considera.
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